domingo, 21 de enero de 2018

Adriana Abenia y las palabras que el viento no se lleva

Adriana Abenia, la presentadora, escritora, modelo y no sé cuántas profesiones más, rubia y de sonrisa perfecta está embarazada. Ha anunciado su próxima maternidad a través de Instagram por medio de una foto en la que aparece su marido, Sergio Abad, dándole un beso en la tripa de premamá. La noticia de su próxima maternidad, el niño o la niña nacerá en verano, ha generado sentimientos encontrados y demasiada controversia entre los seguidores de las redes sociales de la aragonesa.


Yo no la sigo en Instagram, la única red social que visito y/o utilizo, pero la foto que anunciaba su embarazo me apareció en en el mosaico de publicaciones destacadas. Mientras le echaba un vistazo a la imagen por curiosidad y por puro aburrimiento, (mi hijo estaba durmiendo la siesta a mi lado y no me atrevía ni a pestañear) de paso, por gusto, también eché un vistazo a algunos de los comentarios que usuarios y seguidores de la presentadora habían escrito en la foto que anunciaba su próxima maternidad. Después de leerlos, lo flipé, literalmente, alucifliplé. Enhorabuenas y felicitaciones poquitas, pero dedicatorias cargadas de ironía, ofensivas y bastante desagradables, tenia la rubia en su publicación para dar y regalar. No sabía de qué el iba el tema, pero aquí la que escribe muere por una polémica televisiva o famosil, así que después de leerme los más de setecientos comentarios de la foto, me fui directa a Google y busqué el por qué de esa inquina de usuarios y seguidores, sobre todo,usuarias y seguidoras, hacia Abenia. Por lo visto, hace unos cuantos años, allá por el 2012, la ex reportera más dicharachera y divertida que ha tenido Sálvame, (el resto de reporteros y colaboradores se lo toman todo demasiado en serio) escribió un artículo en el que daba su punto de vista sobre la lactancia materna. Negué con la cabeza al descubrir la temática del artículo. No hace falta ser un lince para saber que metiéndote en según qué jardines te van a caer chuzos por todas partes, pero si además a eso le añadimos que la susodicha o el susodicho articulista no es padre ni madre pues apaga y vámonos como se suele decir.

Yo no pude darle el pecho a mi hijo, así que en el tema de la lactancia materna estoy un poco perdida. Tampoco puedo decir que anhelara hacerlo o me quedase con las ganas, básicamente, porque al no haberlo hecho no sé lo que me pierdo pero, considero que el tema del pecho es íntimo, personal y que es un derecho de toda madre darlo y de todo hijo/a recibirlo. Del mismo modo, contemplo la lactancia artificial igual de licita para todas aquellas madres que por las razones que sean tengan que dar de comer a sus hijos por medio del biberón. El tema de la lactancia como casi todos los aspectos de crianza y educación que envuelven a la maternidad me dan un poco igual. Es más, me atrevería a decir, como madre y como mujer, que me aburren bastante. No me importa lo que haga el resto de madres con sus hijos con las reglas de alimentación y de educación, considero suficiente tarea criar e intentar hacer feliz al mío.

Sin embargo, y volviendo al tema que me trae hoy hasta este, mi querido y libre blog, he de reconocer que las opiniones que vertió Adriana Abenia en el diario la Voz Libre sobre lactancia materna exclusiva son desafortunadas, impertinente y cero graciosas. Al mismo tiempo, sin querer ser una abogada de pobres como decía mi abuela, hay que tener en cuenta que el susodicho artículo tiene seis años. Imagino que desde entonces hasta el día de hoy, habrá llovido mucho en la vida de la reportera y que ahora, seguramente, quiero pensar que, no escribiría un artículo sobre este tema en un tono jocoso, casi ofensivo. Sobre todo  por inteligencia emocional, ya que todo lo que envuelve a la crianza y al cuidado de los hijos es un campo de minas en el que cualquier opinión, por inofensiva que sea, puede dañar la sensibilidad de muchas madres que pueden darse por aludidas con los comentarios de otros sobre la manera en la que están afrontando y/o ejerciendo su maternidad.


Pese a darme bastante igual el contenido del artículo (creo que la vida es algo que hay no que hay que tomar demasiado en serio o darle la misma importancia que la que damos por ejemplo a una fiesta) existen personas en este nuestro planeta  bastante rencorosas/os que ni olvidan ni perdonan las declaraciones de Abenia, especialmente aquellas en las que la rubia confesó primero,  sentir rechazo cuando veía a una madre amamantando a su hijo en plena en calle o en un restaurante,  segundo desconcierto, pues no entendía por qué lo hacían en público si hay salas especiales habilitadas para dar el pecho con intimidad y tercero curiosidad al preguntarse hasta cuándo es normal dar el pecho a un niño, más allá de los dos años que es lo recomendado por la OMS:"Lo sabemos de sobra, nos lo han dicho hasta la saciedad: "La leche de la madre es un magnífico alimento para el churumbel", le basta este alimento para crecer con mucha rapidez. Está claro. Pero en un país desarrollado, más allá de los dos años que recomienda la OMS, ¿qué sentido tiene alternar el bocadillo de mortadela o los deberes de clase con unos sorbos de leche materna? Que alguien me lo explique, por favor. ¿Tanto ha subido el cartón de leche que sale a cuenta elegir esta opción? (Tómese con humor este inciso). (...) Caso aparte requiere el amamantamiento en plena calle. Siempre me ha parecido que el acto en sí requiere de cierta privacidad. Hoy en día no es difícil encontrar lugares habilitados donde poder disfrutar de cierta intimidad. Y digo esto porque me resulta incómodo observar el espectáculo que entraña alimentar a un bebé en mitad de un tumulto. (...) A veces es inevitable, los lloros se hacen insostenibles y te pilla donde te pilla. En otras ocasiones, llevarlo a cabo mientras eliges un vestido, le hincas el diente a un solomillo o compras el periódico, me parece una demostración innecesaria de la madre hacia el resto del mundo. Creo que no es necesario justificar públicamente, en esos casos, que somos buenas madres aireando nuestro pechos en mitad del gentío contra viento y marea. Y luego, que nadie se queje de que el salido de turno nos observa con detenimiento, está en su derecho, es la calle. No sé cómo gestionaré esta etapa complicada cuando se me presente. Personalmente, el simple hecho de dar el pecho me resulta muy animal, por muy natural que sea. No me veo más allá de los primeros días levantándome cada 3 horas, lamentándome de grietas en los pezones y usando almohadillas para evitar manchar la ropa". 

A ver (resoplo) entiendo perfectamente que existan un gran número de personas que se hayan podido sentir ofendidas y/o molestas con las declaraciones de Abenia, básicamente por dos razones, una porque no es madre, y por lo tanto no tiene una idea exacta sobre el tema del que está opinando, y dos, y para mí es ésta la que creo que levanta más ampollas, porque en sus palabras hay un cierto tufillo de guasa, de pretender ser graciosa y/o ingeniosa sin serlo,  lo que lógicamente provoca en los lectores reacciones de rabia e indignación como poco.

Me duele la lengua de repetir que el asunto de la maternidad me aburre. Me da pudor opinar sobre un tema tan personal como es la crianza y el cuidado de los hijos y por último experiencias tan intensas y radicales como ésta son susceptibles a todo tipo de respuestas y/o reacciones. Por eso mismo, aunque ahora no venga a cuento, no leo ni libros, ni artículos, ni post que versen sobre maternidad. Paso. Prefiero vivir en la felicidad que procura la ignorancia y educar a mi hijo según lo que entiendo es mejor para él. La crianza es muchas cosas buenas y malas a la vez. Lo que funciona con un niño/a no tiene por qué resultar efectivo con otro/a; el peligro de caer en la tentación de la frustración cuando intentas que tu hijo/a por ejemplo coma o duerma poniendo en práctica el método que a otras madres les ayudó es sumamente fácil. Personalmente, desde que nació mi hijo, siempre me he guiado por la intuición y el sentido común, poco más. A los niños/as se les hace felices queriéndolos mucho y punto. 


Entiendo que haya lectoras que se sientan ofendidas con las declaraciones de Adriana, sobre todo porque todo lo que está relacionado con los hijos duele y mucho. En un mundo que se supone es libre, democrático y avanzado (ja, ja),  decir que se te indigesta la comida por culpa de la visión de una madre dando de mamar a un niño de cuatro años, es algo que ni es gracioso ni se debe decir en un medio de comunicación, donde se supone que la persona que está detrás del artículo, parte de la premisa de la libertad y de la objetividad sea cual sea el hecho del que se esté informando u opinando. No quiero remover mucho más las palabras de la rubia de sonrisa perfecta porque ya huelen de por sí solas, pero hay que dejar que la gente sea libre para actuar de la forma que crea más conveniente y no hacer un humor de un tema que suele generar mucho esfuerzo, sufrimiento y sacrificio en la vida de algunas mujeres. La sinceridad como la verdad o la vida adulta son cosas que están excesivamente sobrevaloradas y que al mismo tiempo generan bastante confusión o malas interpretaciones. No creo que uno o una sea más libre por decir lo que piensa sobre según qué temas. Al contrario, a veces, ciertas opiniones nos convierten en esclavos de nuestras palabras. Decir lo que se siente y/o lo que se piensa en todo momento sobre uno/a mismo/a está bien, pero sobre lo demás está feo, muy feo. No es sinceridad como algunos/as creen,  sino mala educación.  Quizás la reportera rubia de sonrisa perfecta tendría que haber tenido en cuenta a la hora de picar el folio los sentimientos de las lectoras y no tomarse a risa un tema bastante delicado que como ya he dicho genera esfuerzo y dedicación en la vida de muchas madres.

Me consta porque lo he leído,  que después de aquel artículo, Abenia, escribió otro en el que se disculpaba con las mamas lactantes. No sé si lo hizo porque realmente lo sentía o por sentirse abrumada por la lluvia de críticas que recibió. Sinceramente, eso es lo de menos, lo importante es que pidió perdón y rectificó. De todos modos, estoy convencida, que en caso de que se disculpara porque no le quedó más remedio, ahora, que va a convertirse en madre y va a comprobar de primera mano los sacrificios físicos y mentales que implica la crianza,  va a entender la magnitud de sus palabras y los sentimientos de ira, desprecio o indignación que su artículo despertó entre los lectores. Creo que todas en algún momento de nuestra vida, antes de ser madres e incluso durante el embarazo, hemos juzgado mal la conducta de una madre u opinado sin saber de lo que estábamos hablando. Por eso, no me gustó nada que muchos usuarios de Instagram, a tope de revanchistas, escribieran en el pie de la foto que anunciaba su próxima maternidad, comentarios del tipo "ahora te vas a enterar guapa". Nunca he sido ni rencorosa ni vengativa, pero si se existe la posibilidad de ser menos que nada en cualquier cosa, yo soy menos resentida que era antes de ser madre. Ahora, cuando miro a mi hijo, algunas veces, imaginando su futuro, por ejemplo cuando sea un adolescente y se equivoqué un promedio de cien veces por día, espero que hay gente a su alrededor muy buena y generosa con la capacidad suficiente para entenderlo, comprenderlo y perdonarlo. Yo soy su madre, y desde que nació, por mucho que me enfadé con él, nunca hará nada lo suficiente malo como para deje de ponerme en sus zapatos.


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