jueves, 17 de mayo de 2018

"Haul de teorías de Blanca Murcia Carazo" II parte

5 Teoría de la gente pelota y peloteada: Ver cómo alguien es peloteado por un tercero o que éste le haga la pelota es algo que me encanta y al mismo tiempo detesto presenciar. No envidio a los peloteados, al contrario, siento casi la misma compasión por ellos que por los que los pelotean. Detrás de esa adulación, falsa e interesada, suelen esconderse sensaciones como el miedo, la aversión o la inseguridad. Lo sé porque hubo un momento de mi vida en el que adulé a mucha gente que no lo merecía. Mis razones para hacer la pelota, aunque buscaban fines buenos como ser aceptada o querida, no eran mejores que las intenciones aviesas por no ser malintencionadas. Al final, unas y otras, lo torcido y lo recto, van a desembocar por el vertedero del interés. Durante aquellos años, estaba mintiendo, aunque, como he dicho,  fuera por miedo, por cobardía o por inseguridad; decir un piropo a una amiga que no sentía o darle la razón en algo en lo que para nada estaba de acuerdo es mentir, lo mires por donde lo mires.

Hasta que buen día, me cansé. Reventé, hace ahora diez años. Estaba harta de intentar algo que no requiere esfuerzos, sino todo lo contrario. Reventé de intentar que me quisieran, de que me aceptaran a costa de fingir algo que yo no era. Reventé de mi misma y mandé a toda esa panda a tomar viento muy fresco. Me liberé. Me relajé y empecé a ser yo, a ser Blanca, a lo bestia, en su versión más extrema, más radical. De repente, en medio de ese proceso liberador, comprendí que podía hacer, decir o pensar lo que me diera la gana, porque no iba a pasarme absolutamente nada malo. Al contrario, todo lo que me esperaba con cada paso que diera siendo yo, pero muy, muy muy yo, eran solo cosas buenas que celebraba con mis aplausos, mi admiración y mi beneplácito. Lo que me celebraba y vitoreaba a mí misma me entusiasmaba más que toda la aprobación junta de este Mundo.



Estar en un mal sitio, en el puesto de un pelota, triste y temeroso, en el caso de conseguir salir de él, procura a largo plazo cosas muy buenas y positivas. Proporciona perspectiva, claridad mental, criterio, determinación y objetividad. Estar a las puertas de lugares especialmente tristes, muy grises, te ayuda a vislumbrar la vida, tú vida, con precisión y lucidez. Ahora tengo clarísimo lo que me gusta y lo que no me gusta, lo que quiero y lo que no quiero. Por eso, cuando presencio escenas de adulación, siento, al mismo tiempo, vergüenza y lastima. Mientras contemplo al pelota, pelotear, y al la peloteado, dejarse pelotear, me dan ganas de prestarles mi diagnóstico, certero y cruel, a este respecto para que dejen de perder el tiempo, de poner en evidencia sus deseos, anhelos y carencias más básicos. 

Los peloteados se equivocan cuando piensan que se les alaba o adula excesivamente porque lo merecen, porque sus vidas son el recopete de Bullas, por la suerte de sus virtudes físicas, intelectuales o materiales tanto me da. No es cierto. España se caracteriza por muchas cosas, y una peculiaridad muy nuestra es la envidia. Lo tengo comprobado, a fuerza de tiempo y de observación. Cuando alguien es bueno en algo, jodida y condenamente bueno, no se le aplaude, no se le admira, al contrario, se busca cualquier pretexto para mancillar cualquiera de las virtudes que lo haga destacar por encima de los demás. Creo que esto sucede porque aquel o aquella que realmente es guapo o lista, por ejemplo, no saben que lo son y por esa misma razón, por esa falta de consciencia o ignorancia, son todavía más buenos en lo que son. A este tipo de gente, a los buenos de verdad, nunca se les adula. Jamás.

Se pelotea sin excepción a personas previsibles y aburridas, por ejemplo,  gente de belleza artificial, muy elaborada, facilona y bastante vulgar o a personas que se teme por su carácter, cruel y débil, o por la posición de poder que pueda tener en un trabajo, en la sociedad o en una pandilla de amigos. 

Ahora, en esta época de fotos, de redes sociales, de cierta sensación de cercanía con la gente famosa, es mucho más fácil vislumbrar esto que les estoy contando. Por ejemplo, leer ciertos comentarios en las fotos publicadas por amigos o gente conocida provoca vergüenza, y mucha lástima. Ojalá se dieran cuenta, unos y otros, pelotas y peloteados, que eso que están haciendo es una de las mentiras más ridículas y con las patas más cortas de la historia. 


No, no me gusta que me hagan la pelota. No me gusta presenciar cómo otros lo hacen, y mucho menos asistir al disfrute, estúpido y tontorrón, del que se siente admirado por razones tan absurdas y catetas como que acude con asiduidad a comer a restuarantes de moda, que viaja a Bali al menos dos veces al año o que tienen un vientre mega-plano por obra y gracia del bisturí y del tiempo libre del que dispone para trabajar su perfecto y escultural cuerpo en el gimnasio. 

Buena cuenta de todo esto que les estoy contando, bueno, escribiendo, la da el programa de Sálvame. Sí ya sé que muchos lo ven una aberración televisiva, pero si se tiene la suficiente vista para saber ir un paso más allá de lo superficial y chabacano, comprobarían como presentadores y colaboradores son un perfecto reflejo de esta nuestra sociedad. Nadie, ningún colaborador/a es capaz de llevar la contraria a J.J. Vázquez, el dueño del cortijo. Sobre todo las que presumen de ser más valientes y sinceras, las que presumen de "decir todo a la cara" (expresión que detesto) como son Mila Ximenez, María Patiño o Belén Estebán. No son directas, ni mucho menos claras, lo que sucede es que como "amigas" o personas que conocen muy de cerca al presentador estrella de Mediaset, saben perfectamente como se las gasta el de Badalona y la mala uva que tiene. De hecho, al hilo de esto que cuento de pelotas y peloteados en Sálvame, me ha venido a la cabeza Maria Teresa Campos y su declive mediático, parece que imparable. Me viene a la cabeza porque la Campos paso de ser temida a temerosa. Aceptó por dinero, por fama, por miedo, por soberbia o yo qué sé porqué, pero aceptó ese cambio de posiciones para tener un papel cutre en Sálvame como defensora de la audiencia.


Es curioso cómo se ven las cosas desde dentro y desde fuera al mismo tiempo. Desde dentro, colaboradores ninguneados y pisoteados por sus compañeros de programa, pero muy queridos por la audiencia como es el caso de Lydia Lozano, perciben la camaradería, ese trato de favor entre la Campos y el presentador con algunos colaboradores, considerados pesos pesados del programa,  como son Kiko Hernández o Mila Ximenez como un grupo privilegiado y cerrado del que desearían formar parte para obtener el favor, el cariño, la aceptación y la gracia de los primeros. Sin embargo, como yo lo veo, la situación en la que se encuentran estos colaboradores queridos y privilegiados,   es una mentira, una máscara que oculta los verdaderos sentimientos de pelotas y peloteados. Estoy casi convencida, a un 95%, que la Campos detesta con toda su alma a J.J. Vázquez, a Kiko Hernández, a María Patiño y a Mila Ximenez. Al primero no lo soporta, no solo por haberla alcanzado a nivel profesional, si no por haberla superado dejándola arrinconada, varios puestos atrás, y tratarla con la misma deferencia y prepotencia que seguramente en su día ella le dispenso a él. Los otros tres, Kiko, María y Mila, han tratado mal a su hija Terelu, tarde sí, tarde también. Han hablado de su nieta Alejandra, hija de Terelu, en términos cero cordiales, y en el caso de la Patiño, ha tenido la osadía de quitarle el puesto de presentadora de repuesto a su hija.


Si yo fuera por ejemplo Lydia, estaría encantada con el papel que ocupa en el programa. Sí, sus compañeros descargan rabia, sapos y culebras en su contra, pero en el fondo, los ataques, lo que vomitan no es hacia ella, sino lo que en realidad sienten por la tiranía y aires de superioridad que se gasta el dueño del cortijo. Si la rabia, la aversión o las verdaderas intenciones de colaboradores y presentadores tuvieran color y apellidos, Sálvame, vista desde las entrañasse convertiría en una especie Stalingrado televisivo, la batalla más sangrienta de la segunda Guerra Mundial, sin embargo, vista desde el salón de cualquiera de nuestras casas, sería lo que ellos llaman una bomba, qué digo bomba, ¡bombazo! un deleite para los sentidos.




miércoles, 16 de mayo de 2018

Tu canción, mala elección para ganar Eurovisión

Estaba claro, clarísimo que no íbamos a ganar. La canción era pésima, sin ritmo, sin gracia, sin vida, sin nada. Alfred y Amaia, son unos adolescentes, prácticamente unos críos, que creo se han tomado el festival de Eurovisión como una extraescolar típica de campamentos de verano. Los critican porque dicen, o eso creo haber leído y escuchado en algunos medios,  que como una es pamplonesa y el otro catalán,  España y el festival les importaba tres pitos y un tambor, incluso menos que eso, tres pitos solo. De ser ciertas estas informaciones, no me afectan en absoluto, es más tiene lógica desde cualquier punto de vista de las circunstancias que rodea la mente y las vidas de estas criaturas. 



Yo no me siento Española. La cuestión catalana me es indiferente y creo que somos lo que somos, españoles, americanos, blancos o negros, por casualidad. De hecho, de sentirme identificada lo haría más con un griego que con un vasco, sobre todo por la proximidad al mar Mediterráneo. 


Si tuviera el puesto y la competencia suficiente para elegir qué canción y qué pareja habría escogido para representar a España en el festival de Eurovisión, lo hubiera tenido claro desde el minuto uno: Ana Guerra y Aitana con "Lo malo". La letra de una canción feminista que representa el importante papel que estamos viviendo las mujeres, aquí y ahora, con un ritmo pegadizo y muy bailable que de haber sonado en el Altice Arena, habría puesto el estadio lisboeta patas arriba. 






sábado, 12 de mayo de 2018

"Haul de teorías de Blanca Murcia Carazo" I parte

Quien me conozca un poco o no tenga ni idea de quién soy, pero haya leído alguno de mi post, sabrá de mi especial aversión hacia los influencers y todo lo que tenga que ver con estos poderosos (en plan mal) prescriptores de marcas. Ni entiendo el por qué de su éxito (en términos de Marketing lo comprendo perfectamente, en términos estéticos el asunto se me escapa de las manos) ni me gustan, pero todo lo que me resulta desagradable o insoportable, al mismo tiempo, llama mi atención, me fascina y me atrapa de manera maligna. No puedo resistir la tentación de visitar sus perfiles en Instagram, leer los comentarios de sus fotos,  y ver una y otra vez los vídeos de sus canales en YouTube. Es algo que denota cierta perversión, a lo mejor enfermizo, pero qué quieren que les diga no lo puedo evitar. 

En términos generales los influencers son iguales pero diferentes. Es decir, hacen exactamente lo mismo, pero a su manera. Por ejemplo, en sus canales de YouTube tienen vídeos sobre su "trabajo" (ja, ja, ja), sus gustos o sus aficiones clasificados por algunas de estas categorías en las que cuentan a sus cientos de miles de seguidores su día a día, sus "preocupaciones" (ja, ja, ja) o la ropa de temporada que se han comprado (casi nunca se compran nada, ya que las marcas les regalan sus productos como ropa, maquillajes o viajes a cambio de una fotografía) según la estación del año en la que nos encontremos. Los vídeos tienen títulos muy "originales" en plan "Mis viajes", "50 cosas sobre mí" o uno que me entusiasma y es el motivo de que esté escribiendo este post rollazo a las seis y media de la mañana, "Haul de preguntas y respuestas". Para el que no lo sepa y no esté muy puesto en el tema de los influencers, además de que están cortados/as  por el mismo patrón cateto, sin estilo y sin gusto, casi todos/as hablan espanglish. Es muy común escuchar en sus vídeos o leer en los títulos de sus fotos expresiones como la que he citado un par de frases atrás u otras como "hola mis runners" y "¿estás ready?".

Con cierta frecuencia, (bastante perversa por cierto) visito los perfiles en Instagram y de YouTube de unas cuantas influencers que son bastante populares y que de paso me hacen más llevaderas las siestas eternas de mi hijo de año y medio. Quiero confesar (esta frase siempre me encanta escucharla o pronunciarla) que hay una influencer en concreto que me cae bien de verdad. Se llama María Pombo, tendrá unos veintitrés años, es muy graciosa, bastante pasota, muy guapa y sospecho que se toma el tema de ser influencer un poco en broma, un poco en serio. Es cierto que en los últimos tiempos he podido apreciar que ha perdido cierta frescura, desparpajo o naturalidad respecto a sus comienzos en las redes un par de años atrás, pero a pesar de esto, he de decir que me sigue resultando bastante graciosa. Pombos a parte, y volviendo al tema que me trae hoy hasta aquí, mi libre y cutre blog, los haul de preguntas y respuestas o los haul de ropa, (es un sustantivo que se traduce como botín o alijo) me han inspirado para que cree mi propio haul (ja, ja, ja) sobre unas cuantas teorías que tengo acerca de temas o cosas absurdas, irreverentes y disparatadas. Digo todo esto en calidad de advertencia, para que se vayan los/as muchos/as o pocos/as de ustedes que en este momento me estén leyendo y tengan cosas más importantes que hacer. La lista es fruto de mis frecuentes desvelos y del puro aburrimiento.

María Pombo. 


Haul de Teorías de Blanca Murcia Carazo 

1 Teoría de la menopausia precoz: Desde hace unos dos años más o menos, me levanto a horas que deberían estar prohibidas, horas en las que las calles ni siquiera están puestas, horas en las que la gente joven,  vuelve a su casa tambaleándose, riéndose de nada y de todo al mismo tiempo, con una copa en una mano y el teléfono móvil en la otra por ejemplo. Me despierto sobresaltada y nerviosa igual que si tuviera resaca. Tumbada en la cama, boca arriba, con los ojos como platos, miro al techo un par de segundos, me preguntó qué hago despierta antes que los gallos y me enfado conmigo misma. Al instante me perdono, doy un bote de la cama, salgo de mi habitación como alma que lleva el diablo y empiezo días que duran más de veinticuatro horas. Como he dicho, hasta hace poco, tan poco como que fue ayer, no tenía ni idea del por qué de mis desvelos, pero, lamentablemente para mí ya lo he descubierto. Estoy convencida que voy a sufrir una menopausia precoz, tan prematura que sospecho que como mucho me queda una década de menstruaciones siendo muy optimista. Mis estrógenos empezaron a bajar durante el 2016 y a tenor del insomnio que padezco disminuyen a pasos agigantados. No sé si estaré en lo cierto, pero como mi poder de sugestión y convicción conmigo misma es bastante elevado y suelo tomarme en serio, ya he empezado el duelo anticipado de mi regla. Antes de dar a luz, odiaba el periodo con toda mi alma, sobre todo por el dolor, los cambios de humor y la sensación de estar incómoda con mi propio cuerpo. Pero, después del parto, mis reglas son harina de otro costal. En esos días (me encantaba ese anuncio de Evax) ya no hay dolor, ni molestias, ni pesadez, ni trastornos emocionales. Al contrario, ahora, me encanta ser mujer. Me encanta tener la regla, me encanta desangrarme, me encanta sentirme hinchada y montarme en una noria emocional durante seis o siete largos y sangrientos días. 


2 Teoría de la infelicidad: Creo, bueno no lo creo, lo pienso de verdad, si no no sería una teoría. Estoy convencida que la gente más infeliz es aquella que es susceptible, quisquillosa, que se lo toma todo muy en serio, muy a la tremenda. Esta gente, que se ofende con la misma facilidad con la que viaja la luz, es infeliz, además de por esto que acabo de mencionar, por rasgarse la vestiduras por principios y valores que se creen ostentan, pero que en el fondo no tienen. Son personas que toda información que reciben se la cogen con papel de fumar como se suele decir. Hablar con ellos es una empresa infumable; no entienden el significado de contexto, con lo que cualquier cosa que no encaje en sus puntillosas, exquisitas, formalistas y cerradas creencias será cuestionada hasta el hartazgo convirtiendo lo que podía haber sido una conversación de risas y de bromas inteligentes, en un diálogo insoportable propio de dos tontos muy tontos. De hecho, y al hilo de mi súper teoría, estoy casi convencida, que la gente inteligente es mucho más feliz que la gente con poco entendimiento e inteligencia. Normalmente, se suele pensar lo contrario, que las mentes de personas listas, espabiladas, son mucho más infelices que las mentes ignorantes que al pensar poco y mal, viven felices, ajenos a la realidad. Pero, como he dicho, no lo pienso. Para mí la gente verdaderamente feliz es la que tiene una mente con la capacidad suficiente para entender que la vida es algo, no sé si un juego, una broma de un ser todopoderoso, atractivo, con el pelo larga y barba de seis días, o yo qué sé, que tiene sentido cuando empiezas a comprender que las cosas no son tan tremendas como las imaginamos en nuestra cabeza, que con un poco de sentido del humor, o con mucho, el tiempo que estemos por estos lares puede ser mucho más divertido y productivo si sabemos reírnos de todo y por todo, (algo así como bailar bajo la lluvia) que si nos pasamos el tiempo enfadados/as, escandalizados/as por cosas que hacen o dicen los demás que para colmo ni siquiera tendrían que importarnos. 


3 Teoría de la infidelidad: Esta es una de mis favoritas. La he elaborado hace relativamente poco, pero me encanta que mi amiga Fuen Viudes o mi hermana Beatriz me escuchen al otro lado de la línea del teléfono divagar sobra ella. Me gusta sobre todo, no tanto porque me escuchen, si no porque el tiempo que estoy teorizando se parten de risa. Me encanta que la gente a la que quiero (mucho y bien) se ría conmigo o sin mí. Los/as infieles tienen muchas características en común, pero hay una en concreto que nunca falla, la de acusicas, delatores y soplones que cuentan a sus parejas, a sus maridos, a sus mujeres, las infidelidades de sus amigos/as para intentar quedar bien dejando a otros/as mal, en el vano y cutre empeño de demostrar algo que no son. Para desarrollar esta teoría he elaborado un método de estudio, a partir de una muestra que se compone de muchos/as conocidos/as infieles con un denominador común que es pretender quedar bien a costa de dejar en mal lugar a otros, lo que objetivamente me lleva concluir que todos aquellos/as que le cuentan a sus parejas las infedelidades de sus amigos/as no son de fiar. Normalmente, aquellos/as que no son infieles, suelen ser discretos y buenos confidentes; tumbas con los secretos y confidencias de sus amigos/as. 


4 Teoría del Te quiero de verdad. ¿Han oído eso que dice que no por mucho madrugar amanece más temprano? Pues el cómo y el por qué de mi suposición en este sentido tiene mucho que ver con este dicho. Partiendo de la base que me espeluzna todo aquel/lla que utiliza la palabra amor por cursis y por presumidos/as, entiendo esta emoción como una más de las que se alojan en una parte muy concreta de nuestro cerebro llamada sistema límbico. Sí, amigos/as lectores, lamento decirles que el amor no es eso tan bonito y tan guay, que la industria lleva vendiendonos toda la vida para que consumamos como si no hubiera mañana y sigamos unos patrones de conducta previamente establecidos. Es un sentimiento corriente y moliente a la altura de otras emociones y sentimientos primitivos como son la ira, el miedo o el comportamiento sexual. De hecho y para más información de todos ustedes, el amor, entendido como algo súper subjetivo, se encuentra situado, como he dicho en el sistema límbico, y dentro de éste, ocupa una parte muy concreta, llamada núcleo estriado, en el que además también está cómodamente asentado la adicción por las drogas que posee todo ser humano. Estas emociones se activan por medio del deseo y una vez puestas en marcha, solo se satisfacen si consumimos determinada sustancia vegetal, animal o mineral que consigue el efecto narcótico que esa parte de nuestro cerebro necesita,  o si nos amancebamos con el objetivo de nuestros anhelos que no tiene por qué ser una persona como tal. Muchas veces ocurre que algunos/as que creen que están enamorados/as de sus parejas, sin saberlo, están satisfaciendo otras emociones mucho más primitivas de su cerebro, comportamientos y sensaciones bastante racionales, como es buscar pareja para casarse o buscar seguridad en otros seres humanos. Por lo tanto, y teniendo en cuenta, que el amor es una repuesta química que nada tiene que ver con el corazón, órgano utilizado vulgarmente como metáfora de nuestras emociones, los sentimientos positivos que experimentamos por nuestras parejas, familia o amigos se deben a las emociones del cuerpo y a los sentimientos de la mente, y en concreto, a cambios gastrointestinales, viscerales, que son los responsables de los orígenes de las emociones. Pero, el sentimiento de cariño y de estima, construído por el paso y el peso del tiempo y de las experiencias es tan real( aunque sea fruto de un efecto gastrointestinal) como que estoy aquí picando el folio ahora mismo. Yo sé que quiero a alguien de verdad, o que otros quieren a otros de verdad, cuando observo en éstos o en mí cierta tendencia a ayudar o a dar las cosas propias a los demás sin esperar nada cambio salvo su felicidad o bienestar físico y/o emocional. Sé que quiero mucho a mi hermana o a mi amiga Fuen cuando observo que me encanta hacerlas reír. Sé que otros se quieren cuando leo cosas como esta en el blog de Diana Aller. Sé que dos personas, dos hombres, dos mujeres, un hombre y una mujer, se quieren de verdad, mucho y muy bien, cuando no necesitan demostrar ese sentimiento a nadie salvo a ellos mismos;  cuando son tan felices de que la química de sus cerebros les haya unido que los sentimientos de su mente les hace creer que se han encontrado, porque de alguna manera, no romántica, pero sí empírica, así es. La gente que se quiere de verdad no espera reconocimiento por parte de terceros, conocidos o desconocidos, que los admiren por cómo y cuánto se quieren, e incluso en algunos casos (propios de mentes más pobres y poco inteligentes) que los envidien por poseer algo que ellos no tienen. Te quiero significa muchas cosas a la vez, o quizás ninguna, pero lo que sí sé es que cuando sientes que quieres a alguien el solo hecho de experimentar ese placer es suficiente para no necesitar el beneplácito, la admiración o la envidia de los demás. 

Fuen Viudes, Sombrera Murciana, y mejor amiga. 
Como he dicho son teorías del Haul (ja, ja, ja) de Blanca Murcia Carazo. No me tomen nada en serio, ni me lo tengan en cuenta. Lo más probable es que no tenga razón en nada de lo que he dicho. Soy muy proclive a cambiar de ideas, pero no de gustos, cada dos por tres. 

Continuará. 




jueves, 10 de mayo de 2018

@sandrita_run

Me sucede a veces una cosa bastante raruna que me inspira para escribir y a la que no le encuentro mucho sentido por cierto. Hay personas o hechos que nada tienen que ver entre sí, por incompatibles hasta límites insospechados, pero que no sé por qué pensar en uno me lleva a pensar en el otro y de repente, así como el que no quiere la cosa, ¡zas!, me encuentro que cosas cotidianas y la mar de simples, me sugieren ideas creadoras para juntar un par de palabras que convertidas en frases, en  mi cabeza tienen mucho sentido. 

El otro día estaba viendo Sálvame, digo ver en el sentido literal de la palabra, ya que tenía la tele puesta pero sin sonido, cuando leí en el faldón de letras verdes sobre fondo de color amarillo que aparecía en mi pantalla, que Kiko Rivera suspendía su gira musical (para todos aquellos/as que no estén muy puestos en la cosa del papel couché, Kiko, el hijo de Isabel Pantoja, es "cantante" y "DJ") por un problema serio de salud. Minutos después el programa de la tarde, Sálvame limón o naranja, nunca he entendido el momento cítrico que define las franjas horarias de este espacio televisivo, mostraba en primicia el vídeo en el que Paquirrín anunciaba a través de su cuenta de Instagram que sufre una depresión. Todo muy de Sálvame. Todo muy de los Pantoja. Todo muy hardcore.


Personalmente, no creo que este pobre muchacho esté deprimido. Imagino que ha sido una excusa para eludir sus obligaciones profesionales este próximo verano 2018. Sin embargo, aunque el 99,9% de mí está convencida que al hijo de "la viuda de España" no le sucede nada grave, sí que siento lastima, pena, compasión o como queramos llarmarlo por él.  Sí, en cierto modo, en plan mal, muy mal este chico me da mucha pena. Su lista de carencias personales es tan extensa como interminable: irresponsable, vago, malcriado, vulgar, maleducado, caprichoso, con cero tolerancia al esfuerzo y a la frustración, y una ausencia de valores, principios o como ustedes lo que quieran llamar, que hacen de él un ser lastimero, digno de compasión. 

A ver, antes de continuar, quiero aclarar que este tema de Kiko Rivera, sus conciertos y la depresión me importan un huevo, pero, primero, me he desvelado a las 05: 25 de la mañana, a esas horas uno/a puede pensar casi en cualquier cosa, y segundo su vida de famoso de medio pelo, fútil y aburrida, me ha llevado a pensar en gente, perfectos desconocidos, que campa a sus anchas por las redes sociales, con historias asombrosas de verdad,  de superación personal y de éxitos reales. 

Lo que decía, es que este chico, hijo de torero y tonadillera famosos, tan típico, tan español, tan cateto, tan zzz, me da lastima porque teniendo a su alcance un montón de oportunidades y posibilidades para poder realizarse laboral y personalmente, decidió, nunca sabremos cuándo, tomar el camino corto, el fácil, el del medio como se suele decir, para conseguir sus objetivos en la vida. Finalidades que no voy a entrar a cuestionar por soporíferas e insustanciales, pero que muestran a una persona que consigue cualquier cosa sin esfuerzo, que no entiende de voluntades, ni de sacrificios ni mucho menos de compromisos. Kiko Rivera nació con una vida regalada en la que con una chispa de trabajo podía habérselo montado la mar de bien y llegar hasta donde él hubiera querido. Sin embargo, decidió tirar a la basura todas sus posibilidades y convertirse en un ser aburrido, cursi y bastante ridículo por cierto. 

Por ejemplo, recientemente se ha sometido a una reducción de estómago, porque eso de hacer ejercicio, comer bien y equilibrado, y dormir por lo menos ocho horas, es una cosa que no va ni con las formas ni los modos de las personas como Kiko Rivera. Esta intervención, a la que someten muchos celebritys porque no les gusta hacer dieta (como si al resto de mortales cerrar el pico y dar la espalda a los ultraprocesados fuese una cosa que les entusiasmara) es la que me ha llevado de un modo inusitado pero fascinante al mismo tiempo, a pensar en @Sandrita_run. Es el nombre de perfil de una cuenta de Instagram que pertenece a una chica de Alicante que se llama Sandra, tiene cuarenta años y en este último año y medio ha perdido la friolera de 37 kilos a través del esfuerzo, la constancia, el trabajo y una actitud positiva y optimista que le procura la determinación y firmeza necesarias para conseguir todos los objetivos y/o metas que se propone en su vida.


Empecé a seguirla un buen día en el que en mi muro de publicaciones destacadas de Instagram me apareció una foto suya en la que mostraba su proceso de transformación en una perdida de peso sana, controlada y equilibrada de la mano hábitos buenos y/o saludables para vivir más y mejor. No sabría decir por qué pinché en la foto, pero lo que sí recuerdo es que desde el primer momento en que vi su cara en una de sus cientos de fotografías, leí sus comentarios y vi los vídeos de los stories de su perfil, me cayó bien al instante. Se notaba, porque esas cosas si se sabe se pueden percibir perfectamente, que era una mujer alegre, segura de sí misma, con la suficiente personalidad como para que le importara un pito lo qué pensara el resto del mundo de ella, con el carácter y la determinación necesaria para conseguir el difícil reto, pero no imposible, de perder 50 kilos y adquirir a base de tiempo un estilo de vida saludable. De esto hará un año medio o así, desde entonces no he podido dejar de seguirla, de ver los vídeos de sus stories en los que cuenta a sus más de siete mil seguidores cada día, sus comidas diarias y otras anécdotas familiares y/o personales interesantes y/o divertidas.

Este tipo de historias de superación personal como la de Sandra me fascinan,  primero porque admiro a las personas con fuerza de voluntad  y segundo me hacen no perder la esperanza en este nuestro género humano. Consuela saber que ahí fuera, por las calles, por las redes o por el mundo, hay hombres y mujeres, normales y corrientes, seres humanos de carne y hueso como ustedes y como yo , que tienen la suerte de haber aprendido que a la hora de decidir entre un camino fácil o uno difícil para acertar casi siempre habrás de escoger el segundo. Las cosas importantes de este nuestro planeta, esos "algos" que valen lo pena, son aquellos que se consiguen con esfuerzo, renunciando en la mayoría de ocasiones,  a otras cosas que nos gustan o que también bien lo valen,  pero que tenemos que declinar en pos de un estilo de vida saludable como es el caso por ejemplo de @Sandrita_run. 

Al final, el mundo de los hijos de los famosos, los nuevos celebritys del siglo XXI, e incluso en algunos convertidos en influencers por obra y gracia de la fama de sus padres,  muestran una realidad paralela al común de los mortales; un estilo de vida fatuo, pueril y superficial, que genera perros de papel, personas que viven por y para los demás, que solo saben hablar de la ropa que les han regalado, de los restaurantes a los que los han invitado, o de los destinos paradisíacos a los que han viajado,  también de gorra,  para que cientos de chicos/as jóvenes, con todo un carácter por construir, se dejen llevar por algo que es una pura mentira, con el único objetivo mercantil y capitalista de que consuman determinados productos como si no hubiese un mañana.

Me gustaría con más tiempo dedicarle un post completo y bien de palabras al mundo de los influencers, pero, hoy es el día de @Sandrita_run y de tantos otros como ella, hombres y mujeres, que han conseguido la delicada tarea de vencer a la báscula, perder 50, 70 u 80 kilos a lo largo del tiempo; insistiendo, luchando y persistiendo, y no, pasando por un quirófano para someterse a una reducción de estómago. Es una pena que estos chicos, la nueva generación de "estrellas",  no tengan a su alrededor una familia y unos amigos sanos que les aconsejen bien, que les cuenten que en esta vida (por mucho que nos fastidie) los verdaderos éxitos, los mejores logros siempre están de detrás del trabajo duro y del esfuerzo, lo otro, los atajos y la vida regalada solo genera lo que les acabo de decir, perros de papel, seres con una apariencia maravillosa, pero que en la realidad no tienen nada que ofrecer salvo presumir de algo que ni siquiera son.




martes, 8 de mayo de 2018

La disolución de ETA

Es curioso cómo suceden las cosas, pero aún es más extraordinario cómo se recuerdan o se olvidan determinados acontecimientos importantes que marcaron determinados hechos y/o pensamientos de una etapa pasada de nuestra vida. A mí me sucede algo así, extraño quiero decir, cuando pienso en la banda terrorista ETA. Antes, hace muchos años, en concreto durante la década de los noventa, esta organización de mercenarios y asesinos, porque eso es lo que son, me provocaba auténtico pavor. Recuerdo perfectamente, tanto como si hubiera sucedido ayer, que cuando me enteraba por las noticias de un nuevo atentado perpetrado por esta banda, primero sentía tristeza por las personas que hubieran tenido la mala suerte de estar en el momento y lugar equivocados, y segundo, miedo, mucho miedo, al pensar que en cualquier momento nos podía tocar a mi familia, a mis amigos o a mí, porque si bien los ataques muchas veces tenían objetivos claros, en otras ocasiones, los atentados eran arbitrarios e indiscriminados (el ataque a Hipercor el 19 de junio de 1987 da buena cuenta de lo que estoy diciendo). 

Fueron muchas las veces que entré el Corte Inglés absolutamente convencida de que en cualquier momento íbamos a saltar todos por los aires. Ahora, sin embargo, tanto tiempo y tantos acontecimientos después, mientras escribo, ese miedo que sentía durante los noventa se me antoja como algo extraño, incluso como algo impensable o imposible, y lo cierto es que, aunque lo sienta o lo recuerde como algo muy lejano, durante aquellos años, terribles, nos podía haber tocado a cualquiera. Parecía que no había modo de vencer o de frenar a aquella panda de canallas; las imágenes de las pantallas de televisión o de los periódicos, aparecían cubiertas de coches destrozados, cuerpos desmembrados por el suelo y de cielos grises nublados por el denso humo del rastro de la pólvora.



Recuerdo perfectamente el 20 de octubre de 2011. Aquella tarde, yo estaba trabajando en un diario local de mi ciudad cuando entró en el correo electrónico de la redacción la noticia del cese definitivo de la actividad armada de ETA.  En aquel momento, durante los primeros instantes, en que los distintos medios de comunicación se hacían eco de las distintas informaciones del que seguramente sería el acontecimiento del año,  costaba bastante creer que tocaban a su fin 43 años de terror. Pero, así fue, a las siete de la tarde, tres encapuchados miembros de la banda, por medio de un comunicado escrito y en vídeo, anunciaban el que fue el cese definitivo de la violencia terrorista con un punto y final que dejaba un total de 829 víctimas mortales. 

Hoy, 8 de mayo de 2018, siete años después de aquella tarde, y cinco días después del comunicado de ETA en el que anuncia su disolución, me vienen a la cabeza un montón de imágenes de diferentes atentados, de manifestaciones multitudinarias, de nombres y apellidos de mujeres, hombres y niños que sufrieron graves atentados, tanto de los que tuvieron la suerte de sobrevivir para contarlo como de los que murieron en nombre de algo que todavía tantos años después no sé bien qué significa. Inmediatamente, tras estos pensamientos, nombres como Irene Villa, Migue Ángel Blanco o José Antonio Ortega Lara acuden raudos y veloces a mi mente, como símbolos de la esperanza. Ya sé que Miguel Ángel Blanco no sobrevivió, pero su secuestro marcó un antes y un después en la mente de la sociedad española, que aquel 12 de julio de 1997 no dudó en lanzarse a la calle para pedir por su liberación, dando lugar a las manifestaciones más multitudinarias que se recuerdan en la historia de España.



Así que, en días verdes y de esperanza como los de estos días, cuando uno lo cree todo posible, o casi todo, se plantea que,  a lo mejor dentro de unos años, podré escribir un post en el que recuerde cuando a muchos nos daba miedo viajar en avión, ir en metro o pasear por las ramblas una tarde de verano de mediados de agosto por culpa de palabras nuevas como yihadismo; neologismo que hemos tenido que crear para definir un nuevo tipo de terrorismo que se caracteriza por una violencia radical, cruel y extrema que irónicamente lucha en nombre de una obligación religiosa impuesta para extender la ley de Dios.






lunes, 7 de mayo de 2018

Mercedes Milá en Salvados

El otro día, durante una de las siestas de mi hijo, vi en diferido la entrevista que Jordi Évole hizo a Mercedes Milá para el programa de "Salvados".  Desde entonces llevo dándole vueltas en la cabeza a escribir sobre el asunto, ya que hubo muchas declaraciones de la veterana periodista que me cabrearon e indignaron a partes iguales. Me impresionó bastante el momento de la entrevista en el que habló de su depresión, si alguien que transmite la fortaleza, el entusiasmo y la vitalidad de la Milá puede caer en las garras de una enfermedad mental tan terrible, puede caer cualquiera. No sé en qué momento se produce ese cortocircuito en el cerebro, pero imagino que todos los que han experimentado los estragos de un estado de tristeza infinita han debido de sufrir lo que no está escrito como se suele decir. 

La catalana achaca ese "click" en su cerebro, tan terrible como temible, a un desengaño amoroso y al trabajo. Yo no sé por qué, pero pensé que gran parte de la responsabilidad de su enfermedad la tenía el trabajo, o la ausencia de éste, más que un descalabro sentimental. Dejé de ver Gran Hermano cuando Jorge Javier Vázquez se puso al frente del formato. No tengo ningún problema con el presentador estrella de Telecinco, pero GH fue, es y será siempre Mercedes Milá.  Sin ella el reality pierde su esencia, la razón de ser de que haya tenido éxito entre los espectadores durante más de una década se debe en gran parte al papel que desempañaba la presentadora en el plató.



Durante la charla con Évole, Mercedes le confesó, que a lo largo de la depresión,  llegó a pensar que nunca más sería capaz de volver hacer su trabajo, que nunca más sería capaz de hacer entrevistas, que nunca más tendría la suficiente capacidad de volver a hacer preguntas a un tercero que ayudasen a despejar determinadas incógnitas. En ese punto de la entrevista la entendí perfectamente y me sentí muy identificada con sus inquietudes y preocupaciones. Nunca he vivido un estado depresivo, pero sí que sé lo que significa plantearte seriamente que nunca más vas a volver a trabajar en lo que más te gusta hacer en la vida. Me hago una idea de lo mal que se tuvo que sentir cuando pensó con absoluta convicción que nunca más volvería a entrevistar y/o presentar.

Por lo visto o por lo que entendí a lo largo de sus declaraciones para "Salvados",  hay "algo" de la periodista catalana que ya no gusta en los platós de Mediaset y que la hace incómoda en los estudios de Televisión Española. "Algo" que antes encantaba tanto en la cadena privada como en la pública y que ha generado espectaculares audiencias y mejores ingresos. "Algo" que antes era bueno, quizás muy bueno, y que ahora, no se sabe bien por qué, es malo e incómodo. Ella, como cualquiera en su lugar, defendía su manera de trabajar y se definía como una trabajadora obediente y disciplinada. En esta parte del discurso me cabreé y me indigné ante lo que entendí como una injusticia. Me pareció cruel e inaceptable que una periodista de la talla profesional de Mercedes Milá tuviera que justificarse del modo en el que lo hizo en un momento de su vida en el que se supone tendría que valorarse y aplaudir los años de trabajo realizado.

Para muchos la catalana era prepotente, faltona, descarada e incluso maleducada. Como yo lo veo, o la veía cuando presentaba uno de los realitys más longevos de la televisión, era una especie de personaje que era necesario para que funcionara el formato, una concursante imprescindible para que las galas de Gran Hermano tuvieran sentido. Jorge Javier presenta como los ángeles como se suele decir, pero no es su programa, no es Sálvame y por lo tanto, en su manera de trabajar falta cierto matiz que confiere un carácter especial a los presentadores cuando se encuentran al frente de un programa de éxito.


Entiendo los modos de conducirse de los directivos de los medios y las estrategias y técnicas de la comunicación audiovisual, comprendo a la perfección que lo que manda en cualquier trabajo son los ingresos, pero al mismo tiempo, me fastidia, me supera, e incluso me enerva la deriva que están tomando los contenidos, los personajes y los escenarios televisivos. Ya sé que todo lo que sale en la tele es mentira, tras la caja tonta todo lo que hay es espectáculo, paja, pero es una pena que un medio que entretiene y divierte como pocos saben hacerlo esté perdiendo calidad y criterio a pasos agigantados. El mundo de los influencers, de los participantes venidos de Mujeres, Hombres y Viceversa e incluso de algunos ex grandes hermanos, están cargándose la esencia de la televisión. Ahora lo que se ve por las pantallas es cutre, burdo y zafio, muy zafio.

El reflejo de la sociedad que llega hasta nuestras casas por medios de los informativos y de los programas, muestra a jóvenes que solo quieren ser famosos para recibir aplausos, dinero rápido y alabanzas de perfectos desconocidos; que no tiene mayores aspiraciones en la vida que no tengan que ver con la ropa de marca, los restaurantes de moda, los likes de las redes sociales, y en general un mundo material donde todo es superficial y de mentira. Lo más triste de todo no es ver cómo estos jóvenes pierden el tiempo y desaprovechan todas las oportunidades que les brinda el siglo en el que han nacido, lo más dramático es saber con absoluta certeza, casi tanta como la de un vidente (ja, ja) que si alguien como Mercedes Milá ha acabado confinada al rincón de los tratos televisivos, ellos, sin estudios, sin criterio, sin preparación y sin formación (por mucha ropa y likes que acumulen en el armario y en su redes sociales) de un día para otro se encontrarán tanto o más arrinconados que la veterana periodista, pero sin nada de valor, nada salvo trapitos de marca y pulgares hacia arriba que fuera de Instagram ni tienen valor, ni tienen sentido.

Dedico el post de hoy a todas las personas que trabajan duro todos los días, poniendo lo mejor de sí mismos en el empeño de realizar su labor profesional, sea cual sea, y  especialmente a "Los Javis", que para dedicarse a su vocación, pusieron toda la carne en el asador, sin esperar a que alguien importante del mundo del cine pusiera el foco en su trabajo, sin esperar llamadas que a lo mejor nunca llegarían, sin esperar el triunfo, la fama o el éxito de la mano de lo fácil, de lo rápido y de los likes.




domingo, 6 de mayo de 2018

La verdad del día de la madre

Que cuando me quedé embarazada no sabía dónde me metía, es tan real como que estoy escribiendo este post ahora mismo. Que cuando di a luz no sabía lo que se me venía encima ni lo que me esperaba es tan verdad como la afirmación anterior. El tema de la maternidad es la gran mentira, la gran metida de la vida de toda mujer que se decide en un momento de su vida a convertirse madre, porque si algo he descubierto desde que me enteré que estaba embarazada, hace ahora casi dos años, es que en el tema de la maternidad hay mucho de mito, muchas alteraciones que alteran las verdaderas cualidades de lo que significa en realidad ser madre.

El día de hoy,dedicado por obra y gracia del Corte Inglés a todas las madres, me parece una patraña de la mercadotecnia para aumentar sus ya de por sí grandes ventas. Si hay un día que debería ser festivo nacional todos los días del año ése es el de las madres. En serio, aunque los padres, los hijos y los amigos y amigas que no son padres se crean que saben lo que significa realmente la maternidad, estoy en posición de asegurar que no tienen ni la más remota idea de lo que implica convertirte en la mayor responsable de otra vida que no es la tuya.

Un hijo te cambia la vida tanto y de tal forma que nunca más vuelves a ser la misma. En mi humilde opinión creo que es el mayor cambio que se puede experimentar en la vida. Sé que en un día como hoy debería estar hablando de las bondades y de lo "maravilloso" que resulta dar vida más allá de la propia, pero estaría mintiendo porque si bien es cierto que nunca he querido a nadie tanto y tan bien como quiero a mi hijo, al mismo tiempo, nunca me he enfrentado a una experiencia que requiera absolutamente todo de mí. La maternidad es un trabajo que dura 24 horas los 365 días del año en el que no existen conceptos como vacaciones, puentes o fines de semana. Los hijos no entienden de descansos para las madres. Ellos tienen un ritmo que tú, su madre, tendrás que seguir sí o sí por encima de que ese día en concreto te encuentres especialmente cansada, ocupada o enferma. El discurso que existe sobre lo maravilloso de la maternidad no es real, es más dista bastante de lo que sucede en la práctica una vez que traes al mundo a tu primer hijo.

A partir del embarazo, empiezas a descubrir que hay ciertas cosas sobre el estado "más bonito y maravilloso" que son una sarta de mentiras, porque estar embarazada es muchas cosas, pero ni es bonito ni maravilloso. Al contrario, a nivel emocional es una locura porque las hormonas bailan a su antojo y hacen lo que quieren contigo. Es una especie de síndrome premenstrual (brutal) que dura nueve meses. A nivel físico es tan incómodo y agotador como pasar una gripe o una resaca. Muchas mujeres tienen nauseas o vómitos durante todo el embarazo y no sólo en el primer trimestre. Otras tienen una acidez de tal calibre que incluso un vaso de agua les provoca que les suba fuego por la garganta. Algunas no tienen la suerte de tener un pelo precioso y una piel luminosa y brillante, y al contrario, se llenan de granos y manchas, o engordan 20 kilos porque el dulce es lo único que les calma las nauseas. Lo "mejor" de todo esto que acabo de relatar, no es sentirse pesada, incomoda, gorda y agotada, lo "mejor" es que no te puedes quejar. Pobre de la mujer preñada que se le ocurra decir que el embarazo no es la moto que le habían vendido, que le parece pesado y aburrido, y que está deseando que se cumplan los eternos nueve meses para dar a luz. En esta nuestra sociedad opresiva y dictatorial con las mujeres y las madres, quejarse durante el embarazo significa en otras muchas cosas que eres una desagradecida (porque hay muchas mujeres que no pueden tener hijos) que eres una malcriada y una egoísta (solo son nueve meses) o un bicho raro que no sabe valorar el mayor de los milagros de la naturaleza.

No entiendo por qué a las mujeres que hemos pasado un embarazo y que somos madres, no nos dejan declarar abiertamente el verdadero discurso de la maternidad. Contar qué pasa de verdad una vez que te conviertes en madre. Es cierto que hay una parte mala, pero también que hay otra parte maravillosa que te compensa todo lo malo que acabo de relatar. A lo largo del embarazo y de la crianza de mi hijo, he descubierto muchas cosas, pero si tuviera que destacar una por encima de las demás, es que a pesar del cansancio, de no tener tiempo para mi misma, de haberme convertido en otra persona diferente a la que era antes de ser su madre, no me ha pasado nada mejor en la vida que ser la madre de mi hijo. No hay sentimiento mejor ni más bonito que lo siento a todas horas y todos los días por mi hijo. De hecho, todos los días, en algún momento siempre me pregunto cómo he podido vivir sin él, cómo era mi vida antes de que él existiera, y lo cierto es que ya no me importa haber perdido tiempo para mí porque no me imagino un mundo en el que él no esté.

Si la sociedad estuviera dispuesta a escuchar lo que pasa de verdad cuando te conviertes en madre, creo que sería algo muy bueno primero porque supondría menos sufrimiento y desconcierto para las mujeres que están embarazadas o para las que acaban de dar a luz y se encuentras desbordadas por los sentimientos encontrados que suponen los primeros meses de crianza y segundo porque si se contara la verdad también se conocería lo bonito que es en la realidad ser madre. Todas las que hoy me lean y sean madres saben perfectamente de lo que hablo. No hay nada que se pueda comparar a lo que se siente por un hijo. Podrás conseguir a nivel profesional y personal muchos logros y éxitos, pero nada se acercará ni de lejos, al orgullo, a la admiración y a la satisfacción que se siente cuando alguien te diga lo guapo, lo simpático o lo listo que es tu hijo. Para una madre la mayor victoria son o serán las que consigan sus hijos. Esa parte que dice que cuando estás al límite de tu paciencia o de tu cansancio y de repente tu hijo te sonríe y se te olvida hasta tu nombre ésa sí que es verdad. Esa parte que dice que los hijos llegan para poner tu mundo patas arriba, pero qué bendito desorden, ésa también es verdad.  Esa parte que dice que no sabías realmente cómo eras ni hasta dónde eras capaz de querer, ésa también es verdad.

Confesar que la maternidad resta tiempo, calidad de vida o tranquilidad no significa arrepentirse de los hijos, ni ser una mala madre, o una mujer sin sentimientos malcriada o egoísta. Al contrario, para mí declarar abiertamente los aspectos negativos del embarazo y de la maternidad, son ejemplo del valor y de las capacidades que tenemos las mujeres. Son ejemplo del mejor de los sentimientos que se puedan experimentar en esta vida, que es querer a una persona sin límites, por encima de todo y sin condiciones. Son ejemplo de cómo podemos cambiar las madres para convertirnos gracias a nuestros hijos en la mejor versión de nosotras mismas. Son ejemplo de cosas tan buenas y tan bonitas que es una pena que se intente acallar las voces que intentan arrojar un poco de luz sobre el asunto de la maternidad.

La verdad que se esconde tras las mentiras de ser madre, es la mejor parte que puede haber en esta vida; la verdad de la maternidad es que a pesar de los sentimientos negativos que un hijo en un determinado momento pueda despertar en una madre, a pesar del cansancio, a pesar de las perdidas, de las renuncias o de las noches en vela, hay un sentimiento difícil de explicar o de expresar con palabras que le da sentido a todo lo demás.

Dedico este post a mi hijo, a todas mis amigas madres o embarazadas, a mi hermana y muy especialmente a mi amiga Victoria Campillo Chumillas: "Amiga, si antes te quería, en días como hoy te quiero más".




sábado, 5 de mayo de 2018

Pereza

La última vez que escribí en esta mi ciber-libreta fue el 21 de enero, un día importante en  mi agenda. Desde entonces, he sido incapaz de volver a picar ni siquiera un par de palabras. A lo largo de este invierno, han pasado cosas que me han hecho caer en el descrédito y en el desengaño más absoluto. Sé que esta última afirmación suena exagerada e incluso dramática, pero es como lo siento. La muerte de Gabriel Cruz, la dimisión de Cristina Cifuentes o la mala educación de la Infanta Leonor, me han hecho sentir aburrimiento y cansancio hacia el mundo que me rodea.


Estoy en un momento en el que me cuesta creer en las cosas. El tema de Gabriel por ejemplo, generó en mí, desilusión y desconcierto, y no por lo que se pueda imaginar a priori, sino por el uso que hicieron los medios de comunicación de la noticia de la desaparición, la búsqueda y el hallazgo de un cadáver de un niño de ocho años. Me pareció que la televisión había tocado fondo, llenando sus parillas televisivas a costa del sufrimiento de unos padres que han tenido la mala suerte de perder a un hijo en la peor de las situaciones. A lo mejor esto suena ingenuo, pero me sigue resultando chocante la cantidad de gente sin escrúpulos que habita en los medios de comunicación.


Por otra parte, y no por el orden en el que han tenido lugar los acontecimientos de los que estoy hablando, el tema Cifuentes, ha supuesto en mí, además de lo obvio, una vergüenza ajena bastante considerable, un hartazgo brutal de los políticos que campan a sus anchas por los diferentes escenarios institucionales y públicos de esta nuestra España (odio a los que se refieren a ella con la cursi y hortera expresión de País). Sin embargo, como me ocurre con el caso del pequeño Gabriel, lo que más me escandaliza del tema de la ex presidenta de la Comunidad de Madrid, no es el tema del master o lo otro de sisar cremas por un valor que no supera los 40 euros, lo que realmente me alucina es que todavía el público siga siendo la marioneta perfecta de los medios de comunicación y se deje engañar y/o manipular por estratagemas de baja estofa. Estoy convencida que el tema de Cifuentes no era nuevo ni para los medios ni para los círculos políticos, sospecho que era un as en la manga informativa que se ha puesto encima de la mesa cuando convenía dejar a la rubia fuera de los ruedos políticos. Sinceramente, aunque a primera vista la ex presidenta pueda sentir todo lo que le ha sucedido como una vendetta, estoy convencida que con el tiempo lo agradecerá. Se ha quitado un peso de encima, eso que dice que la verdad nos hace libres, por mala que esta sea, es una de las pocas certezas que tengo en este momento de mi vida.


La monarquía me produce tanta o más pereza que las situaciones que acabo de narrar, primero porque soy republicana, no entiendo la existencia de la monarquía en el pleno siglo XXI, y segundo porque si todo lo que sale por la tele o se hace en ella es mentira, lo de Zarzuela es ya un cuento de chinos. El vídeo que hicieron para acercar a la realeza al pueblo, solo se puede definir como ridículo y sin sentido. La sangre roja nada tiene que ver con la de color azul, y quizás ése sea el principal problema , intentar conjugar dos grupos sanguíneos, dos estilos de vida que nada tienen que ver el uno con el otro. Cuando Letizia aceptó casarse con el entonces príncipe Felipe, imagino que movida un poco por el amor, un poco por la emoción y otro poco-mucho por la ambición, no caviló las consecuencias de entiendo la decisión más importante de su vida. Si realmente creía que iba hacer lo que le viniera en gana con los estrictos, duros, y antiquísimos principios, normas y protocolos monegascos es que es más tonta de lo que se pensaba de ella, algo que sospecho no es cierto. Si realmente movida por sus sentimientos pensó que sería capaz de soportar la vida en palacio entonces también se equivocó y pecó de ingenua, algo que sospecho tampoco es cierto. Sea lo que sea que le pasara por la cabeza o por el corazón a la reina de España, lo único que me queda claro, es que el papel de su vida no solo le queda grande sino que se ha perdido en un complicado amasijo de codicia y soberbia que intuyo no le augura un final nada bueno.


Por lo demás, todo me produce desesperanza y mucha tristeza. Tengo un hijo de un año y cuatro meses que tendrá que vivir en un mundo que de momento se compone de mentiras y apariencias bastante cutre por cierto. Lo único bueno de todo esto es, aunque nada tiene que ver con el tema, que no he perdido mi capacidad de juntar palabras, hacer frases y dejar algo por escrito que tenga sentido.

Dedico mi post de hoy, no sé bien por qué, a mi hermana que está a punto de ser madre por segunda vez, y hoy hace seis años que se casó,  y a mi amiga Fuen Viudes, porque está embarazada y porque me da la libertad suficiente como para que a veces crea que soy capaz de hacer y conseguir todo lo que me proponga. Os quiero. 

domingo, 21 de enero de 2018

Adriana Abenia y las palabras que el viento no se lleva

Adriana Abenia, la presentadora, escritora, modelo y no sé cuántas profesiones más, rubia y de sonrisa perfecta está embarazada. Ha anunciado su próxima maternidad a través de Instagram por medio de una foto en la que aparece su marido, Sergio Abad, dándole un beso en la tripa de premamá. La noticia de su próxima maternidad, el niño o la niña nacerá en verano, ha generado sentimientos encontrados y demasiada controversia entre los seguidores de las redes sociales de la aragonesa.


Yo no la sigo en Instagram, la única red social que visito y/o utilizo, pero la foto que anunciaba su embarazo me apareció en en el mosaico de publicaciones destacadas. Mientras le echaba un vistazo a la imagen por curiosidad y por puro aburrimiento, (mi hijo estaba durmiendo la siesta a mi lado y no me atrevía ni a pestañear) de paso, por gusto, también eché un vistazo a algunos de los comentarios que usuarios y seguidores de la presentadora habían escrito en la foto que anunciaba su próxima maternidad. Después de leerlos, lo flipé, literalmente, alucifliplé. Enhorabuenas y felicitaciones poquitas, pero dedicatorias cargadas de ironía, ofensivas y bastante desagradables, tenia la rubia en su publicación para dar y regalar. No sabía de qué el iba el tema, pero aquí la que escribe muere por una polémica televisiva o famosil, así que después de leerme los más de setecientos comentarios de la foto, me fui directa a Google y busqué el por qué de esa inquina de usuarios y seguidores, sobre todo,usuarias y seguidoras, hacia Abenia. Por lo visto, hace unos cuantos años, allá por el 2012, la ex reportera más dicharachera y divertida que ha tenido Sálvame, (el resto de reporteros y colaboradores se lo toman todo demasiado en serio) escribió un artículo en el que daba su punto de vista sobre la lactancia materna. Negué con la cabeza al descubrir la temática del artículo. No hace falta ser un lince para saber que metiéndote en según qué jardines te van a caer chuzos por todas partes, pero si además a eso le añadimos que la susodicha o el susodicho articulista no es padre ni madre pues apaga y vámonos como se suele decir.

Yo no pude darle el pecho a mi hijo, así que en el tema de la lactancia materna estoy un poco perdida. Tampoco puedo decir que anhelara hacerlo o me quedase con las ganas, básicamente, porque al no haberlo hecho no sé lo que me pierdo pero, considero que el tema del pecho es íntimo, personal y que es un derecho de toda madre darlo y de todo hijo/a recibirlo. Del mismo modo, contemplo la lactancia artificial igual de licita para todas aquellas madres que por las razones que sean tengan que dar de comer a sus hijos por medio del biberón. El tema de la lactancia como casi todos los aspectos de crianza y educación que envuelven a la maternidad me dan un poco igual. Es más, me atrevería a decir, como madre y como mujer, que me aburren bastante. No me importa lo que haga el resto de madres con sus hijos con las reglas de alimentación y de educación, considero suficiente tarea criar e intentar hacer feliz al mío.

Sin embargo, y volviendo al tema que me trae hoy hasta este, mi querido y libre blog, he de reconocer que las opiniones que vertió Adriana Abenia en el diario la Voz Libre sobre lactancia materna exclusiva son desafortunadas, impertinente y cero graciosas. Al mismo tiempo, sin querer ser una abogada de pobres como decía mi abuela, hay que tener en cuenta que el susodicho artículo tiene seis años. Imagino que desde entonces hasta el día de hoy, habrá llovido mucho en la vida de la reportera y que ahora, seguramente, quiero pensar que, no escribiría un artículo sobre este tema en un tono jocoso, casi ofensivo. Sobre todo  por inteligencia emocional, ya que todo lo que envuelve a la crianza y al cuidado de los hijos es un campo de minas en el que cualquier opinión, por inofensiva que sea, puede dañar la sensibilidad de muchas madres que pueden darse por aludidas con los comentarios de otros sobre la manera en la que están afrontando y/o ejerciendo su maternidad.


Pese a darme bastante igual el contenido del artículo (creo que la vida es algo que hay no que hay que tomar demasiado en serio o darle la misma importancia que la que damos por ejemplo a una fiesta) existen personas en este nuestro planeta  bastante rencorosas/os que ni olvidan ni perdonan las declaraciones de Abenia, especialmente aquellas en las que la rubia confesó primero,  sentir rechazo cuando veía a una madre amamantando a su hijo en plena en calle o en un restaurante,  segundo desconcierto, pues no entendía por qué lo hacían en público si hay salas especiales habilitadas para dar el pecho con intimidad y tercero curiosidad al preguntarse hasta cuándo es normal dar el pecho a un niño, más allá de los dos años que es lo recomendado por la OMS:"Lo sabemos de sobra, nos lo han dicho hasta la saciedad: "La leche de la madre es un magnífico alimento para el churumbel", le basta este alimento para crecer con mucha rapidez. Está claro. Pero en un país desarrollado, más allá de los dos años que recomienda la OMS, ¿qué sentido tiene alternar el bocadillo de mortadela o los deberes de clase con unos sorbos de leche materna? Que alguien me lo explique, por favor. ¿Tanto ha subido el cartón de leche que sale a cuenta elegir esta opción? (Tómese con humor este inciso). (...) Caso aparte requiere el amamantamiento en plena calle. Siempre me ha parecido que el acto en sí requiere de cierta privacidad. Hoy en día no es difícil encontrar lugares habilitados donde poder disfrutar de cierta intimidad. Y digo esto porque me resulta incómodo observar el espectáculo que entraña alimentar a un bebé en mitad de un tumulto. (...) A veces es inevitable, los lloros se hacen insostenibles y te pilla donde te pilla. En otras ocasiones, llevarlo a cabo mientras eliges un vestido, le hincas el diente a un solomillo o compras el periódico, me parece una demostración innecesaria de la madre hacia el resto del mundo. Creo que no es necesario justificar públicamente, en esos casos, que somos buenas madres aireando nuestro pechos en mitad del gentío contra viento y marea. Y luego, que nadie se queje de que el salido de turno nos observa con detenimiento, está en su derecho, es la calle. No sé cómo gestionaré esta etapa complicada cuando se me presente. Personalmente, el simple hecho de dar el pecho me resulta muy animal, por muy natural que sea. No me veo más allá de los primeros días levantándome cada 3 horas, lamentándome de grietas en los pezones y usando almohadillas para evitar manchar la ropa". 

A ver (resoplo) entiendo perfectamente que existan un gran número de personas que se hayan podido sentir ofendidas y/o molestas con las declaraciones de Abenia, básicamente por dos razones, una porque no es madre, y por lo tanto no tiene una idea exacta sobre el tema del que está opinando, y dos, y para mí es ésta la que creo que levanta más ampollas, porque en sus palabras hay un cierto tufillo de guasa, de pretender ser graciosa y/o ingeniosa sin serlo,  lo que lógicamente provoca en los lectores reacciones de rabia e indignación como poco.

Me duele la lengua de repetir que el asunto de la maternidad me aburre. Me da pudor opinar sobre un tema tan personal como es la crianza y el cuidado de los hijos y por último experiencias tan intensas y radicales como ésta son susceptibles a todo tipo de respuestas y/o reacciones. Por eso mismo, aunque ahora no venga a cuento, no leo ni libros, ni artículos, ni post que versen sobre maternidad. Paso. Prefiero vivir en la felicidad que procura la ignorancia y educar a mi hijo según lo que entiendo es mejor para él. La crianza es muchas cosas buenas y malas a la vez. Lo que funciona con un niño/a no tiene por qué resultar efectivo con otro/a; el peligro de caer en la tentación de la frustración cuando intentas que tu hijo/a por ejemplo coma o duerma poniendo en práctica el método que a otras madres les ayudó es sumamente fácil. Personalmente, desde que nació mi hijo, siempre me he guiado por la intuición y el sentido común, poco más. A los niños/as se les hace felices queriéndolos mucho y punto. 


Entiendo que haya lectoras que se sientan ofendidas con las declaraciones de Adriana, sobre todo porque todo lo que está relacionado con los hijos duele y mucho. En un mundo que se supone es libre, democrático y avanzado (ja, ja),  decir que se te indigesta la comida por culpa de la visión de una madre dando de mamar a un niño de cuatro años, es algo que ni es gracioso ni se debe decir en un medio de comunicación, donde se supone que la persona que está detrás del artículo, parte de la premisa de la libertad y de la objetividad sea cual sea el hecho del que se esté informando u opinando. No quiero remover mucho más las palabras de la rubia de sonrisa perfecta porque ya huelen de por sí solas, pero hay que dejar que la gente sea libre para actuar de la forma que crea más conveniente y no hacer un humor de un tema que suele generar mucho esfuerzo, sufrimiento y sacrificio en la vida de algunas mujeres. La sinceridad como la verdad o la vida adulta son cosas que están excesivamente sobrevaloradas y que al mismo tiempo generan bastante confusión o malas interpretaciones. No creo que uno o una sea más libre por decir lo que piensa sobre según qué temas. Al contrario, a veces, ciertas opiniones nos convierten en esclavos de nuestras palabras. Decir lo que se siente y/o lo que se piensa en todo momento sobre uno/a mismo/a está bien, pero sobre lo demás está feo, muy feo. No es sinceridad como algunos/as creen,  sino mala educación.  Quizás la reportera rubia de sonrisa perfecta tendría que haber tenido en cuenta a la hora de picar el folio los sentimientos de las lectoras y no tomarse a risa un tema bastante delicado que como ya he dicho genera esfuerzo y dedicación en la vida de muchas madres.

Me consta porque lo he leído,  que después de aquel artículo, Abenia, escribió otro en el que se disculpaba con las mamas lactantes. No sé si lo hizo porque realmente lo sentía o por sentirse abrumada por la lluvia de críticas que recibió. Sinceramente, eso es lo de menos, lo importante es que pidió perdón y rectificó. De todos modos, estoy convencida, que en caso de que se disculpara porque no le quedó más remedio, ahora, que va a convertirse en madre y va a comprobar de primera mano los sacrificios físicos y mentales que implica la crianza,  va a entender la magnitud de sus palabras y los sentimientos de ira, desprecio o indignación que su artículo despertó entre los lectores. Creo que todas en algún momento de nuestra vida, antes de ser madres e incluso durante el embarazo, hemos juzgado mal la conducta de una madre u opinado sin saber de lo que estábamos hablando. Por eso, no me gustó nada que muchos usuarios de Instagram, a tope de revanchistas, escribieran en el pie de la foto que anunciaba su próxima maternidad, comentarios del tipo "ahora te vas a enterar guapa". Nunca he sido ni rencorosa ni vengativa, pero si se existe la posibilidad de ser menos que nada en cualquier cosa, yo soy menos resentida que era antes de ser madre. Ahora, cuando miro a mi hijo, algunas veces, imaginando su futuro, por ejemplo cuando sea un adolescente y se equivoqué un promedio de cien veces por día, espero que hay gente a su alrededor muy buena y generosa con la capacidad suficiente para entenderlo, comprenderlo y perdonarlo. Yo soy su madre, y desde que nació, por mucho que me enfadé con él, nunca hará nada lo suficiente malo como para deje de ponerme en sus zapatos.


lunes, 15 de enero de 2018

Las Campos en Nueva York y en Miami

María Teresa Campos y sus niñas, Terelu y Carmen Borrego, volvieron a casa por Navidad como el turrón. La tercera entrega del reality ha constado de dos partes: una en Nueva York y otra en Miami. La saga matriarcal no defraudó, al contrario han superado expectativas con la obscenidad y ordinariez que caracteriza a la periodista y especialmente a sus hijas. 

La primera parte del docu-reality, rodada en las calles de Nueva York, fue suave comparada con el segundo capítulo grabado en Florida. Durante los días que estuvieron en una de las principales ciudades de la costa este, las campos se comportaron como las clásicas turistas visitando los míticos lugares de la city, engullendo comida rápida por las calles de la Gran Manzana, comprando en las tiendas más emblemáticas y caras de la Quinta Avenida y en el no tan glamuroso y sofisticado barrio de Chinatown. Durante el capítulo, Terelu, fue la encargada de hacer de guía por la isla a su madre y a su hermana, ya que por lo visto, la mayor de las hijas de la Campos, hace años tuvo un novio que vivía en Nueva York y gracias a esta relación se conocía bastante bien la ciudad.


De la primera parte de la tercera temporada, de uno de los mejores y más surrealistas realitys que nos ha entregado la historia de la televisión, lo único que merece la pena señalar serían dos momentazos protagonizados por Terelu, uno en el que aparece sin parar de comer perritos calientes, parece que no ha dejado un puesto vivo en toda Manhattan y otro en el que, mientras devora un hot dog, simula un orgasmo, en honor a Meg Ryan en Cuando Harry encontró a Sally en una de las escenas más famosas de la historia del cine. Quizás el momento más sonrojante del reality, por lo menos para mí, es la parte en que María Teresa Campos, disfrazada de Audry Hepburn en Desayuno con Diamantes, posa con un café en una mano y un cruasán en la otra, a las puertas de Tiffanys, no sé muy bien con qué objetivo y/o sentido.Por lo demás, no hay nada nuevo bajo el sol en las actuaciones y confesiones de las campos por las calles de Nueva York.


Sin duda, la mejor parte de esta entrega, y seguramente de todas las que se han emitido hasta el momento, es la que se ha rodado en las calles y en las playas de Florida. Por la razones que sean, mamá campos se ha quitado del medio en este capítulo, apareciendo bastante poco, y casi todo el protagonismo ha recaído sobre sus niñas, especialmente en Terelu, que según avanzan las temporadas de este docu-reality cada vez nos deja momentos más gloriosos , estoy convencida que pasaran a los anales de la historia de la televisión. Atrás queda aquella Terelu aparentemente seria, distante, segura de sí misma,  pija y sofisticada, por una nueva versión de la personalidad de la presentadora y colaboradora, mucho más auténtica, natural, ordinaria y esperpéntica. La hija mayor de María Teresa Campos, ha dejado, consciente o inconscientemente, sus miserias al descubierto y se revela como una mujer con muchas carencias e inseguridades, en la que su falta de fuerza de voluntad y su cero tolerancia al esfuerzo y la frustración la convierten en un personaje tan corriente como encantador. 

Su hermana Carmen, la que estoy convencida que se gasta muchísima mala uva,  y a la que su reciente popularidad en los medios se le ha subido en todo lo alto, me sigue resultando un personaje coñazo: cada vez que aparece en mi pantalla o bajo el volumen hasta dejar el aparato sin sonido para no escucharla,  o directamente apago la televisión. No me gusta ni como famosa, ni lo que puedo intuir de ella como ser humano.  Creo que es de esas típicas personas, narcisistas y acomplejadas, que se cree mucho más de lo que en realidad es. Sin embargo tiene un momento en Miami que merece especial mención en las líneas de este blog, tanto por fascinante como por espeluznante. Durante el reality las hermanas Campos realizan una especie de entrevista a Gianluca Vacchi,  un italiano de 49 años, multimillonario, que cuenta con más de 10 millones de seguidores en Instagram donde , por cierto, muestra a todos sus seguidores, su exclusivo estilo de vida. Antes de entrar en la casa del millonetis, mientras suben en el ascensor del edificio de la espectacular vivienda de Vacchi,  la Borrego, alecciona a su hermana Terelu "Esta es tu última oportunidad para quedar aquí. Le encanta la fiesta, es como tú. Y lo que tiene (el dinero) es lo que nos interesa. Tú ponte mona y sé fina”. 


Repito, la frase es tan espeluznante como apasionante. A nivel personal,  los intereses de las niñas Campos a la hora de fijarse en los hombres, te pone el estómago patas arribas, a nivel de espectáculo y televisivo, que es lo que de verdad me importa, el comentario me parece sencillamente espectacular. 


El sábado 13 de enero, los principales periódicos nacionales pusieron a la saga matriarcal televisiva a caer de un burro, calificando el episodio de surrealista y grosero, entre otras muchas cosas.  Sin embargo, a pesar de las criticas y de los aires de superioridad que se gastan algunos medios de comunicación respecto al reality de las Campos, el que consideran uno de los más molestos y desagradables de cuanto se han emitido hasta ahora, sigo pensando, como espectadora y como conocedora de los medios y de contenido que se emite en ellos, que este docu-reality es uno de los mejores que se han publicado, el mirlo blanco de la telerealidad, la madre del cordero de todos los realitys y Terelu, lejos de estar acabada como personaje, según avanzan los capítulos, se revela como la protagonista absoluta e indiscutible, la gran estrella del reality español, la Paco Martínez Soria del siglo XXI.