domingo, 6 de mayo de 2018

La verdad del día de la madre

Que cuando me quedé embarazada no sabía dónde me metía, es tan real como que estoy escribiendo este post ahora mismo. Que cuando di a luz no sabía lo que se me venía encima ni lo que me esperaba es tan verdad como la afirmación anterior. El tema de la maternidad es la gran mentira, la gran metida de la vida de toda mujer que se decide en un momento de su vida a convertirse madre, porque si algo he descubierto desde que me enteré que estaba embarazada, hace ahora casi dos años, es que en el tema de la maternidad hay mucho de mito, muchas alteraciones que alteran las verdaderas cualidades de lo que significa en realidad ser madre.

El día de hoy,dedicado por obra y gracia del Corte Inglés a todas las madres, me parece una patraña de la mercadotecnia para aumentar sus ya de por sí grandes ventas. Si hay un día que debería ser festivo nacional todos los días del año ése es el de las madres. En serio, aunque los padres, los hijos y los amigos y amigas que no son padres se crean que saben lo que significa realmente la maternidad, estoy en posición de asegurar que no tienen ni la más remota idea de lo que implica convertirte en la mayor responsable de otra vida que no es la tuya.

Un hijo te cambia la vida tanto y de tal forma que nunca más vuelves a ser la misma. En mi humilde opinión creo que es el mayor cambio que se puede experimentar en la vida. Sé que en un día como hoy debería estar hablando de las bondades y de lo "maravilloso" que resulta dar vida más allá de la propia, pero estaría mintiendo porque si bien es cierto que nunca he querido a nadie tanto y tan bien como quiero a mi hijo, al mismo tiempo, nunca me he enfrentado a una experiencia que requiera absolutamente todo de mí. La maternidad es un trabajo que dura 24 horas los 365 días del año en el que no existen conceptos como vacaciones, puentes o fines de semana. Los hijos no entienden de descansos para las madres. Ellos tienen un ritmo que tú, su madre, tendrás que seguir sí o sí por encima de que ese día en concreto te encuentres especialmente cansada, ocupada o enferma. El discurso que existe sobre lo maravilloso de la maternidad no es real, es más dista bastante de lo que sucede en la práctica una vez que traes al mundo a tu primer hijo.

A partir del embarazo, empiezas a descubrir que hay ciertas cosas sobre el estado "más bonito y maravilloso" que son una sarta de mentiras, porque estar embarazada es muchas cosas, pero ni es bonito ni maravilloso. Al contrario, a nivel emocional es una locura porque las hormonas bailan a su antojo y hacen lo que quieren contigo. Es una especie de síndrome premenstrual (brutal) que dura nueve meses. A nivel físico es tan incómodo y agotador como pasar una gripe o una resaca. Muchas mujeres tienen nauseas o vómitos durante todo el embarazo y no sólo en el primer trimestre. Otras tienen una acidez de tal calibre que incluso un vaso de agua les provoca que les suba fuego por la garganta. Algunas no tienen la suerte de tener un pelo precioso y una piel luminosa y brillante, y al contrario, se llenan de granos y manchas, o engordan 20 kilos porque el dulce es lo único que les calma las nauseas. Lo "mejor" de todo esto que acabo de relatar, no es sentirse pesada, incomoda, gorda y agotada, lo "mejor" es que no te puedes quejar. Pobre de la mujer preñada que se le ocurra decir que el embarazo no es la moto que le habían vendido, que le parece pesado y aburrido, y que está deseando que se cumplan los eternos nueve meses para dar a luz. En esta nuestra sociedad opresiva y dictatorial con las mujeres y las madres, quejarse durante el embarazo significa en otras muchas cosas que eres una desagradecida (porque hay muchas mujeres que no pueden tener hijos) que eres una malcriada y una egoísta (solo son nueve meses) o un bicho raro que no sabe valorar el mayor de los milagros de la naturaleza.

No entiendo por qué a las mujeres que hemos pasado un embarazo y que somos madres, no nos dejan declarar abiertamente el verdadero discurso de la maternidad. Contar qué pasa de verdad una vez que te conviertes en madre. Es cierto que hay una parte mala, pero también que hay otra parte maravillosa que te compensa todo lo malo que acabo de relatar. A lo largo del embarazo y de la crianza de mi hijo, he descubierto muchas cosas, pero si tuviera que destacar una por encima de las demás, es que a pesar del cansancio, de no tener tiempo para mi misma, de haberme convertido en otra persona diferente a la que era antes de ser su madre, no me ha pasado nada mejor en la vida que ser la madre de mi hijo. No hay sentimiento mejor ni más bonito que lo siento a todas horas y todos los días por mi hijo. De hecho, todos los días, en algún momento siempre me pregunto cómo he podido vivir sin él, cómo era mi vida antes de que él existiera, y lo cierto es que ya no me importa haber perdido tiempo para mí porque no me imagino un mundo en el que él no esté.

Si la sociedad estuviera dispuesta a escuchar lo que pasa de verdad cuando te conviertes en madre, creo que sería algo muy bueno primero porque supondría menos sufrimiento y desconcierto para las mujeres que están embarazadas o para las que acaban de dar a luz y se encuentras desbordadas por los sentimientos encontrados que suponen los primeros meses de crianza y segundo porque si se contara la verdad también se conocería lo bonito que es en la realidad ser madre. Todas las que hoy me lean y sean madres saben perfectamente de lo que hablo. No hay nada que se pueda comparar a lo que se siente por un hijo. Podrás conseguir a nivel profesional y personal muchos logros y éxitos, pero nada se acercará ni de lejos, al orgullo, a la admiración y a la satisfacción que se siente cuando alguien te diga lo guapo, lo simpático o lo listo que es tu hijo. Para una madre la mayor victoria son o serán las que consigan sus hijos. Esa parte que dice que cuando estás al límite de tu paciencia o de tu cansancio y de repente tu hijo te sonríe y se te olvida hasta tu nombre ésa sí que es verdad. Esa parte que dice que los hijos llegan para poner tu mundo patas arriba, pero qué bendito desorden, ésa también es verdad.  Esa parte que dice que no sabías realmente cómo eras ni hasta dónde eras capaz de querer, ésa también es verdad.

Confesar que la maternidad resta tiempo, calidad de vida o tranquilidad no significa arrepentirse de los hijos, ni ser una mala madre, o una mujer sin sentimientos malcriada o egoísta. Al contrario, para mí declarar abiertamente los aspectos negativos del embarazo y de la maternidad, son ejemplo del valor y de las capacidades que tenemos las mujeres. Son ejemplo del mejor de los sentimientos que se puedan experimentar en esta vida, que es querer a una persona sin límites, por encima de todo y sin condiciones. Son ejemplo de cómo podemos cambiar las madres para convertirnos gracias a nuestros hijos en la mejor versión de nosotras mismas. Son ejemplo de cosas tan buenas y tan bonitas que es una pena que se intente acallar las voces que intentan arrojar un poco de luz sobre el asunto de la maternidad.

La verdad que se esconde tras las mentiras de ser madre, es la mejor parte que puede haber en esta vida; la verdad de la maternidad es que a pesar de los sentimientos negativos que un hijo en un determinado momento pueda despertar en una madre, a pesar del cansancio, a pesar de las perdidas, de las renuncias o de las noches en vela, hay un sentimiento difícil de explicar o de expresar con palabras que le da sentido a todo lo demás.

Dedico este post a mi hijo, a todas mis amigas madres o embarazadas, a mi hermana y muy especialmente a mi amiga Victoria Campillo Chumillas: "Amiga, si antes te quería, en días como hoy te quiero más".




3 comentarios:

  1. Felicidades por el día de la madre! Es una realidad , pero es el mejor trabajo del mundo y no lo cambio por nada del mundo❤️

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  2. Blanca solo te digo que leyéndolo no he parado de emocionarme...��❤️

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