miércoles, 13 de diciembre de 2017

¿Por qué lo llaman amor cuando quiere decir sexo?

El martes por la tarde estaba leyendo un artículo de Alberto Rey sobre el "cutre-enlace Boyer-Verdasco" cuando levanté un instante la mirada de la pantalla de mi ipad y me topé con la cara descompuesta de Gustavo González; conocido y respetado paparazzi del corazón. Flanqueado por J.J.Vázquez y Gemma López, el periodista explicaba, entre lagrimas, los motivos de su divorcio después de treinta años de matrimonio y cuatro hijos en común.

El colaborador de "Sálvame" (sí qué pasa veo este tipo de formatos) se sinceraba con sus compañeros de programa (y con la audiencia) y reconocía cómo están viviendo la ruptura del matrimonio él y su familia.  Decía que estaba siendo un momento muy doloroso para todos (frase trillada para hablar de la ruptura de un clan) y que "todo" (el divorcio) era culpa suya..., Hablando claro, confesaba que le había sido "desleal" (adoro cuando alguien emplea este adjetivo para decir de una manera suave y bastante cobarde que ha estado engañando a su pareja acostándose con otras mujeres) y que así se lo había reconocido a su mujer: "no hay historia de amor con final feliz, si hay amor no hay final y si hay final no es feliz. La vida hay que vivirla con ilusión, magia...y a lo mejor yo había perdido esa pasión" (bien de comillas, que quede constancia de que yo no he escrito este tipo de cursiladas). A lo largo de toda su perorata, el paparazzi, sólo tenía buenas palabras para su todavía legalmente mujer, "me gustaría más que ella fuese feliz a mi felicidad (ja, ja), no merece el daño que le he provocado, es una pedazo de mujer", para rematar la faena, añadía " ella dice que ha vivido con un desconocido, tengo la sensación de que he destrozado la vida de una persona maravillosa" (ja, ja). 


A ver (suspiros) es muy difícil ser tolerante y abierta con este tipo de gente cuando sabes que bajo esos ojos de cordero degollado, se esconde un cobarde y un traidor. Me propuse en este blog ni juzgar ni censurar, pero hay actuaciones de según qué tipo de personas, que bien me valen el cartel de  "corta de miras". Cuando lo escuchaba hablar sobre el tipo de relación que había mantenido con su mujer, que podría haber seguido perfectamente viviendo a su lado toda la vida, que es una compañera de viaje estupenda y bla, bla, bla, (zzzz), dijo algo en medio de toda la patraña, que me hizo pensar en los matrimonios y en las uniones de hecho o sin hecho, con hijos o sin hijos. Se me pasó por la mente, una idea de lo que puede significar al final comprometerte con otra persona. Y entonces pensé en las palabras equipo y amistad.

Está claro que pasados los primeros meses, e incluso el primer año, de una relación sentimental, la cosa (las hormonas) se normaliza y empieza una segunda fase entre la pareja, menos apasionante, pero no por ello menos interesante y/o aburrida. De he hecho, en mi opinión, es la mejor parte, es cuando da comienzo la autentica "fiesta" que supone compartir la vida con un perfecto desconocido/a. La confianza (a veces desinhibe incluso más que el alcohol ) da seguridad para mostrarnos a "calzón quitaó" (esto es sin cortarnos un pelo) sin miedo a que el auténtico yo boicoteé la relación y,  el paso del tiempo convierte a ésta en un súper acto de temeridad,  donde todo quedará sujeto a la improvisación aunque parezca muy planeado; si hay un escenario para las sorpresas, ése es el de una familia formada por dos desconocidos.


Como yo lo veo cuando pesa el paso de los años, de la convivencia y de los coñazos varios que suponen vivir acorde a las estrictas normas de una sociedad capitalista (fundamentalmente de familias monoparentales) todo se reduce a una elección entre un eterno verano de juventud o entre muchos días iguales pero diferentes,  al lado de un desconocido que el tiempo y todas las tropelías sentimentales que habéis cometido juntos (léase hipoteca e hijos) ha convertido en un gran mejor amigo con el que no se sabe por qué, pero no da miedo dar saltos al vacío. 

Al final, lo que realmente le dolerá a la mujer de Gustavo Gónzalez (en Sálvame nunca dicen su nombre solo que es una mujer de bandera, expresión que odio con todo mi corazón por cierto) no es el divorcio en sí, ni que se haya ido a vivir "la magia" con una rubia tetona y recauchutada, no. Quizás estamos ante un sentimiento tramposo y primitivo que nos retrotrae a nuestra infancia y/o adolescencia cuando nuestros amigos/as o primeras parejas sentimentales nos rechazaron porque sí o por otro amigo o amiga con el que se lo pasaban mejor que con nosotros. Esta sensación de rechazo, con explicación o sin ella, es un poco lo peor, inevitablemente, durante un tiempo nos hace sentirnos bastante pequeños, tristes e inseguros.

Por eso si a esta sensación tan asquerosa de "valgo paco" o "ella es más joven, más guapa o más rubia que yo" (aunque todo esto sea mentira) le sumamos el súper añadido de que el que ha sido tu compañero de tropelías (de viaje como le gusta decir a los cursis) para decirte que ya no te quiere de la manera en la que lo hacía antes te habla como si fueras una extraña, te trata con condescendencia , despachando treinta años de convivencia con limosna sentimental, no me resulta difícil ponerme en la situación de la todavía mujer de Gustavo para saber que sentirá hacia todo el numerito que está montando el paparazzi. De entrada, yo en su lugar, sentiría rabia e indignación por la bofetada primero a mis sentimientos y segundo a mi inteligencia, pero supongo que lo que más me dolería no es que dejasen de quererme, sino que a la hora de de hacer las cosas (esto es irse de casa para vivir la "magia" con María Lapiedra) no tuviera en cuenta los modos y maneras de hacerlo, sin pensar en los cuatro hijos que tienen en común, el dolor que éstos sentirán cuando vean a su padre por televisión haciendo el rídiculo, llorando con lágrimas de cocodrilo como se suele decir, y confesando todos los años que le fue infiel a su madre con un actriz porno-modelo-escritor- muchas cosas.

A ver a mí María Lapiedra como personaje televisivo me parece lo más, como espectadora nunca podré agradecerle las noches de Sálvame Deluxe tan memorables, tan divertidas, tan de Galdós, tan aluciflipantes que me ha hecho pasar, pero entiendo primero como mujer y segundo como madres que tiene que ser muy doloroso ver sufrir a tus hijos, no poder hacer nada por remediarlo y lo peor de todo, saber que la culpa es de la otra persona con la que los creaste partiendo de lo mejor de vosotros mismos. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario