miércoles, 13 de diciembre de 2017

Cuando los Blosg de Maternidad y la Prensa no son una buena combinación

Odio que exista cualquier tipo de soporte físico y/o digital que escriba sobre la condición de madre. Siento mucha rabia e impotencia cuando leo las columnas y los post que versan sobre este tema. No lo puedo remediar. No soporto que nadie se crea con el derecho de decir a otra persona cómo tiene que pensar, cómo tiene que comer o en el caso en del que estoy hablando ¡cómo tiene que criar a sus hijos! Es algo que me supera. Me daría mucha vergüenza tener que exponer mi punto de vista sobre cuál es la mejor manera de educar un niño sano, educado y feliz. Básicamente, porque no la hay; no existe ninguna fórmula que te enseñe a convertir a tus hijos en personas. Partiendo del hecho de que cada individuo es un mundo exclusivo e independiente respecto a los otros, es prácticamente imposible establecer un patrón de conducta para la crianza sujeto a unos principios certeros y preestablecidos. 

Me indigno cuando leo que las madres que escriben estos artículos - ya sean profesionales del medio o simples aficionadas- exponen sus sabiduría respecto a cómo es la manera correcta de educar a un niño como si fueran el Santo Grial de la crianza, sin tener en cuenta ni en consideración las consecuencias de sus opiniones en las lectoras, tanto en las que son madres como en las que no lo son. No sé si deberá a vanidad, ignorancia o aburrimiento pero, en mi opinión, por lo menos en la prensa estos blogs deberían estar prohibidos. Puedo entender que un día se dediqué un artículo a este tema en calidad de anécdota sobre alguna ocurrencia divertida relacionada con los hijos, pero no un blog centrado en la maternidad donde una periodista desvela las claves del secreto del éxito de "su" maternidad. 

Cuando me convertí en madre -hace ahora casi un año- agradecí los consejos que recibí de otras madres después de haberlos pedido, pero he de reconocer que no me sucedió lo mismo con los  pareceres voluntarios y espontáneos. La mayoría de las veces me hicieron daño, me sentí bastante torpe, e incluso en algunos momentos hasta mala madre. Sin embargo, también es cierto que a medida que fueron pasando los meses, los comentarios, tanto de madres como de no madres, empezaron a resbalarme cada día más, poco a poco me fui haciendo con mi hijo hasta llegar a conocerlo mejor que nadie y (suspiros) me di cuenta de que no lo estaba haciendo tan mal. Comprendí que las opiniones son eso, opiniones, que la mejor manera de criar a mi hijo era la mía sencillamente porque soy su madre y nadie lo quiere, lo entiende y lo conoce mejor que yo. 

No creo que existan reglas milagrosas que procuren crianzas optimas. En mi caso por ejemplo, es una cuestión bastante sencilla que se reduce a guiarme por la intuición de haber llevado a ese bebé nueve meses dentro y por la práctica que me procura la experiencia de estar haciéndome cargo de esa persona casi veinticuatro horas al día. A los hijos hay que quererlos bien y mucho, lo demás, son opiniones en unos casos, tonterías y hablar más de cuenta en los otros.

Volviendo al principio de este mi post y como despedida hasta próximas entradas, insisto en que este tipo de contenido en la prensa española no deberían tener cabida, entendiendo un periódico como un medio de comunicación como un elemento de información, formación y entretenimiento. Las opiniones, los pareceres y los métodos trampa de crianza que se queden en las cafeterías y en los patios de vecinos. Hay muchos y muy buenos periodistas en nuestra España cateta pero querida trabajando duro para traernos la realidad de los hechos y/o de los acontecimientos con seriedad, rigor y verdad. Reporteros o columnistas repartidos por redacciones, lugares, espacios y países diferentes que cada día con empeño y trabajo duro intentan arrojar un poco de luz sobre la oscuridad que nos gobierna últimamente.





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